El presente libro remarca los aspectos más destacados de los artículos publicados en los tres últimos años de su vida donde volcó toda su experiencia aquilatada en su lucha esclarecedora. Los capítulos de este libro: el imperialismo económico, el decenio de posguerra, la revolución de 1955, los mecanismos de dominación y pautas de acción nacional, significan un aporte fundamental para que el pueblo argentino, sobretodo las jóvenes generaciones, tomen conciencia de aspectos claves de la realidad nacional, semioculta u oculta por la cultura mediática especialmente en el centro del poder económico del país. Destacadas personalidades argentinas han ponderado la obra de Scalabrini. El General Perón en una carta a su viuda expresaba: “Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortiz no podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que escucharon sus enseñanzas y lucharán para hacerlas triunfar en el tiempo y en el espacio”; Manuel Gálvez: “Cuando murió, los periódicos independientes lo consideraron como lo que era: un maestro de argentinidad, el primero entre los luchadores por nuestra soberanía. Raúl Scalabrini Ortiz fue uno de los más grandes argentinos de este tiempo”; Juan José Hernández Arregui: “Raúl Scalabrini Ortiz quemó su vida al servicio del país. A él se deben los análisis económicos sobre el imperialismo británico y la intuición, primero, y la comprobación después, de la apretada textura de intereses materiales y relaciones invisibles que han condicionado la existencia histórica de la Argentina y la lucha de su pueblo por la emancipación nacional”; José María Rosa: “Ha triunfado como triunfan los auténticos valores, a costa de su vida y después de su muerte. Hoy es, y será para siempre y cada vez con mayor comprensión, el adalid, el Maestro que nos enseñó a todos el camino con la inteligencia de su obra y el coraje de su ejemplo”; Jorge Koremblit: “El que pudo ser –lo era– uno de nuestros más grandes escritores, uno de nuestros lujos intelectuales para presumir ante el mundo, el que era, esencialmente, un poeta inmenso, prefirió ser, -y lo fue- un maestro de la causa política nacional, un fogoso luchador. Se perdió acaso el gran escritor de temas trascendentes. Se ganó –el país ganó– un prócer de verdad”; Arturo Jauretche al despedir sus restos mortales: “Raúl, tú sabes que somos vencedores. Más allá del estrecho límite de los partidos y de las fracciones, de los perecederos gobiernos, de la transitoriedad de los éxitos y las derrotas. Somos vencedores en esta conciencia definitiva que los argentinos hemos tomado de lo argentino. Por eso hemos venido, más que a despedirte, a decirte: Gracias, Hermano”.