Cuando a fines de 1823 el coronel Lavalle abandona en Lima los restos del ejército sanmartiniano y regresa a Bs. As. su carrera militar se hallaba en pleno ascenso. Dos circunstancias se aunaban en tal sentido: su prestigio personal abonado por el coraje que, como oficial subalterno, había demostrado a lo largo de toda la campaña y sus excelentes relaciones con el gobierno derivadas de su estrecha relación con Bernardino Rivadavia, verdadero “factótum” del mismo. Se perfilaban así las dos vertientes, la militar y la política, que jalonaron su vida. Se alineó entonces, en forma incondicional, a lo que sería el partido unitario. Sobre el final de la guerra con el Imperio del Brasil fue ascendido a general y llegó a la cumbre de su carrera militar. Su fanática adhesión al partido unitario lo llevó seguidamente a encabezar el golpe de 1828 y el criminal fusilamiento del gobernador Dorrego. Derrotado a los pocos meses por las fuerzas federales tuvo que exiliarse en la Banda Oriental. Desde ese momento y hasta su muerte en Jujuy su vida fue permanente sucesión de desgracias, militares y personales. Inducido siempre por los doctores unitarios que lo empujaron al crimen de Navarro paleó denodadamente, de derrota en derrota, contra su Patria; en estrecha alianza con los franceses agresoras de la misma.

Juan Lavalle. Una Biografía. Ediciones Fabro

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Cuando a fines de 1823 el coronel Lavalle abandona en Lima los restos del ejército sanmartiniano y regresa a Bs. As. su carrera militar se hallaba en pleno ascenso. Dos circunstancias se aunaban en tal sentido: su prestigio personal abonado por el coraje que, como oficial subalterno, había demostrado a lo largo de toda la campaña y sus excelentes relaciones con el gobierno derivadas de su estrecha relación con Bernardino Rivadavia, verdadero “factótum” del mismo. Se perfilaban así las dos vertientes, la militar y la política, que jalonaron su vida. Se alineó entonces, en forma incondicional, a lo que sería el partido unitario. Sobre el final de la guerra con el Imperio del Brasil fue ascendido a general y llegó a la cumbre de su carrera militar. Su fanática adhesión al partido unitario lo llevó seguidamente a encabezar el golpe de 1828 y el criminal fusilamiento del gobernador Dorrego. Derrotado a los pocos meses por las fuerzas federales tuvo que exiliarse en la Banda Oriental. Desde ese momento y hasta su muerte en Jujuy su vida fue permanente sucesión de desgracias, militares y personales. Inducido siempre por los doctores unitarios que lo empujaron al crimen de Navarro paleó denodadamente, de derrota en derrota, contra su Patria; en estrecha alianza con los franceses agresoras de la misma.